No nos parecemos al andar
De paso las luces con una sonrisa
recuerdo las paredes rojas
la consolación del amor
que alcanzó como propina
después del sol.
Tal vez mañana
me acuerde de tus precipicios
y escriba en respaldo del asiento:
“no soy yo pero al apoyar
los labios un instante fui feliz”.
Es el cuerpo el que aprende
del exilio, ahogarse.
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